Qué es publicidad y qué es política. Cuida tu boca. Dónde empieza la propaganda y dónde acaba la información. La potencia sin control no sirve de nada. La condición humana convierte a todos los mensajes en publicidad, y a la vida (la vida es móvil) en una hipnótica sucesión de anuncios... Algo que no sería tan grave, por viejo, si no fuera por la cada vez más inquietante dependencia mediática de las “campañas institucionales”, que no son otra cosa que lo tradicionalmente conocido como "propaganda política".
Ver el mundo con otros ojos no tiene precio. Las repercusiones de esta tendencia generan una regresión de siniestros tintes en los contenidos de muchos medios de comunicación castellano-manchegos. El secreto está en la masa: la propaganda camuflada de publicidad. La información convertida en propaganda. Connecting people. La publicidad política como medio de neocensura, pero también como reduccionismo de la gestión pública, como maquillaje de la ineptitud. Qué menos que Monix.
El círculo vicioso es tan desquiciante que el ciudadano se ha convertido en un autómata de reflejos inducidos. Más bueno que el pan. Sometido al método Ludovico, como el protagonista de La Naranja Mecánica: el sujeto pasivo obligado a visionar imágenes, palabras y sonidos, con los párpados sujetos por garras metálicas mientras un operario solícito lubrica los globos oculares con colirio. I'm loving it.
El resultado es inmediato: la conducta es estimulada en un solo sentido, sin posibilidad de elección porque el mensaje es único. Piensa en verde. Al individuo se le escamotea la libertad de conocer. Te pique el bicho que te pique ponte Afterbite. Pensar con autonomía provoca regurgitaciones espantosas. Be water, my friend. Se estigmatiza a quien aporta información complementaria, un punto de vista diferente, o a quien esté simplemente amargado por la incredulidad. Porque yo no soy tonto.
El Estado, los gobiernos regionales y locales, alivian rápidamente los síntomas del resfriado con el turrón más caro del mundo. Manos blancas no ofenden, y no hay censura cuando es el propio medio de comunicación el que se muerde la lengua frente a la tarta publicitaria. Un poco de pasta basta, y todo se reduce a negocio, y todo a las cifras frías de un balance de cuentas construido sobre constelaciones de palabras, y todo a miríadas necias de códigos binarios y lenguaje htlm. Lo dulce nunca había sido tan bueno. Y todo, en fin, para engañar (engañarnos) al resto de la leva… Porque le va, le va, le va.
5 comentarios:
No sé si reir o llorar con tu entrada. Tengo la misma sensación que tú. Vivo en Madrid y cada día me pregunto qué necesidad tienen de llenar calles y televisiones con los logros de los gobiernos municipales y autonómicos (los que dirigen la nación tampoco se quedan cortos). ¿No se podría utilizar ese dinero en otra cosa? (No es una propuesta demagógica la que hago, ¿verdad?) Cada palabra de los políticos y de los medios de comunicación suena a publicidad. ¿Alguien se cree los telediarios?
Cierto. Estaría bien hacer un estudio del dinero que las administraciones públicas españolas se gastan en propaganda. Seguramente bastaría para acabar con el hambre de tres o cuatro países.
Magnífico artículo, me lo he topado navegando por miciudadreal.es. De grado de maestría.
¡Gracias Al-Duende! Acabo de descubrir tu blog y pienso volver con frecuencia. Me ha interesado y sorprendido a partes iguales, en el fondo y en la forma.
A propósito, creo (ojo, quizá me equivoque) que una ex compañera tuya de El Pueblo se ha venido a trabajar a mi pueblo, a cierta empresa periodística con la que yo colaboro. ¡Qué pequeño es el mundo!
Otro de esos buenos articulos a los que nos tienes acostumbrados. La politica tiene que sobrevivir. Antes se usaba la extorcion y la promesa demagojica hasta que se invento el voto secreto. Entonces llego la publicidad y el marketing y los politicos enfocaron sus objetivos mas en la imagen que en la palabra (de todos modos la palabra de un politico es pura imagen). En todo el mundo es igual. Es para pensarlo detenidamente.
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