6.22.2009

La Marina d'Or manchega: un ladrillazo de lujo en el Campo de Calatrava


Publicado por el autor en miciudadreal.es, donde podéis encontrar más documentación.
Fotos y video: Carlos Otto-Reuss

Los huesos de ladrillo de, llamémosle, la Marina d’Or manchega blanquean al sol, fracturando la armonía de las bellas dehesas de Villamayor de Calatrava. Parecen los despojos de un pueblo encantado que ogros gamberros hubieran destrozado a patadas, o el barrio arrasado de una ficción post nuclear. Pero este largo manchurrón de construcciones a medio terminar es tan real como la vida misma: ahí está, entre Ciudad Real y Puertollano, junto a la vía de Alta Velocidad Madrid-Málaga, a orillas de la carretera N-420 y de la autovía A-41; a escasos diez minutos en coche desde el Aeropuerto de Ciudad Real.

La urbanización se muestra con descaro, en toda su extensión, a la vista de los miles de viajeros que cruzan La Mancha vertiginosamente. A pesar de ello, muchos se preguntan qué finalidad pudiera tener este misterioso proyecto que ha pasado desapercibido incluso para los medios de comunicación, despistados por el velo de silencio institucional que lo cubre.

Ni siquiera los pocos que están en el ajo se atreven a vaticinar el porvenir de esta colosal obra, financiada inicialmente por Caja Rural de Ciudad Real y Caja Castilla La Mancha (CCM). Lo único cierto es que, hace apenas tres años, sus promotores soñaban con construir un paraíso de verdes lomas, spás, masajes, golpes bajo par, cacerías, cabalgadas de placer y lujo de cinco estrellas. Hoy, tras el estancamiento de las obras desde hace más de un año, estas edificaciones sólo parecen amenazar con la alteración gratuita del paisaje y con un futuro de incertidumbres.

De hecho, las siniestras sombras de fiascos urbanísticos como el de Seseña y, sobre todo, el fantasma de la intervenida CCM, se ciernen sobre un pueblo espectral: un escenario que, a día de hoy, corre el riesgo de quedarse en un triste residuo de la prosperidad prometida por políticos y empresarios al amparo de proyectos como el Reino de Don Quijote (completamente paralizado, si no fracasado), o del polémico Aeropuerto de Ciudad Real.


No es de extrañar, pues, que tanto la Diputación Provincial como el Gobierno regional prefieran mantener en el anonimato a una actuación que puede volverse contra sus propios valedores. Y es que el panorama que presentan estas viviendas de desolado abandono, esta Naturaleza violada por las hormigoneras, podría convertirse en la viva imagen del fracaso de un modelo económico cuyos máximos exponentes fueron los campos de golf y fastuosos chalés... Financiados, a su vez, por entidades bancarias intoxicadas por las peligrosas radiaciones del que antaño fuera el gran negocio de la construcción.

De Puerto Banús a Villamayor de Calatrava
El embrión del proyecto surgió a mediados de los 90, y su actual planteamiento parte de la iniciativa de dos empresarios, José María Ramos Banús y Fernando Velasco. Ramos Banús es descendiente directo de José Banús, el gran constructor del régimen franquista que popularizó su entramado empresarial con la construcción de Puerto Banús (Málaga), y cuyo holding fue investigado por Hacienda durante los años 80. En la actualidad, Ramos Banús es administrador único de Calatrava Arquitectos Asociados S.L.P., y apoderado de la promotora Sailtu Consulting S.L.

De orígenes menos conocidos es Fernando Velasco, quien, a través de la sociedad Velbapark S.L., es uno de los beneficiarios de las concesiones municipales de mantenimiento de piscinas, parques y jardines en la Comunidad de Madrid.

Ambos quedaron enamorados de los espectaculares paisajes de este rincón calatravo, de su tremendo potencial como coto de caza menor, y de su cercanía a los grandes negocios cinegéticos que se han adueñado del Valle de Alcudia y Sierra Madrona. Presumiblemente fueron también deslumbrados por las posibilidades que prometía el Aeropuerto de Ciudad Real, que auguraba la llegada masiva de adinerados cazadores procedentes del norte de Europa.

Por su parte, el Ayuntamiento de Villamayor veía en este ambicioso proyecto la materialización de un sueño: perpetuar su nombre en el mapa turístico nacional y doblar su población, con las ventajas fiscales y económicas que ello supondría para las arcas municipales.

Así, en el antiguo camino de Almagro, muy cerca de la Finca Doña Elvira, la promotora Velbapark comenzó la construcción de un gran complejo turístico y de ocio empeñado en revitalizar y actualizar el estilo del vida de la jet-set del Puerto Banús ochentero, o importar los “exclusivos” placeres de macrocomplejos como el de Marina d’Or, en Castellón.


Sus inicios no estuvieron exentos de polémica, aunque apenas trascendió públicamente. Vicente Luchena, de Ecologistas en Acción-Valle de Alcudia, recuerda que en 1995 se pidió a la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente que denegara las autorizaciones ya que, a su juicio, se trataba de un proyecto especulativo que "ocasionaría un serio perjuicio para la comarca, debido, entre otras cosas, al enorme consumo de agua de los campos de golf y la contaminación de los acuíferos por los abonos químicos, insecticidas y pesticidas necesarios para el mantenimiento del césped". Aquel requerimiento nunca fue atendido. Tampoco se supo qué pasó con las licencias. El representante ecologista se pregunta aún cómo habrán solucionado los promotores el problema de la concesión de agua que, inicialmente, "fue denegada por el Ayuntamiento de Villamayor"; y sigue cuestionándose la idoneidad de la ubicación del green, que estaría peligrosamente lindero con las vías del ferrocarril.

La fundación de un pueblo
El proyecto preveía la construcción de hasta 500 viviendas o "villas" (unas 200 en las primeras fases), que en principio no estarían en venta, sino destinadas al alquiler por temporadas, o a la propiedad en usufructo merced a la pertenencia a un restringido club de campo.

Comenzó así una aventura que recordaba a las fundaciones del Viejo Oeste americano: la construcción, partiendo desde cero, de un auténtico pueblo que, llegadas sus temporadas de esplendor, bien podría albergar hasta 1.300 habitantes, doblando así la población de la propia Villamayor de Calatrava...

A pesar de la magnitud de las obras y de sus implicaciones económicas, sus responsables nunca quisieron “institucionalizarlas”, o promocionarlas públicamente, para evitar las presiones informativas a las que sí estuvieron expuestas iniciativas hermanas como el complejo de ocio del Reino de Don Quijote (auspiciado por Harrah’s y el fallecido empresario Aurelio Álvarez) o el propio Aeropuerto Central de Ciudad Real, el primero de iniciativa privada en España.

Aquella prudencia se demostró plenamente justificada: la caída en barrena del sector de la construcción, la crisis financiera y los problemas de liquidez de CCM dieron al traste con buena parte de la financiación y, consecuentemente, con la buena marcha de las obras, hasta llegar a un parón virtual. Fuentes cercanas al proyecto insisten en que, técnicamente, las obras no están paralizadas. En efecto, puede observarse cierto movimiento y el trabajo de una cuadrilla de albañiles. Pero, en la práctica, el 75 por ciento de la urbanización duerme el sueño de los justos, medio vestida en su cama de piedra, esperando tiempos mejores.

Un paraíso exclusivo
Sobre el papel, el proyecto pretende convertirse en un prestigioso referente de turismo interior. Interlocutores próximos a la promotora subrayan que las obras siguen su marcha, pero reconocen que la actual situación económica pone en el aire cualquier detalle del plan, y nada puede darse por seguro. No obstante, inicialmente el complejo estaría compuesto por un máximo de 500 casas de lujo, “dotadas de la más sofisticada tecnología domótica y sistemas energéticos respetuosos con el medioambiente”.

Las urbanizaciones serían generosas en piscinas, y muchas de las casas dispondrían, además, de un bonito mini green. El principal reclamo sería un gran campo de golf que presidiría el centro del plano general, y que estaría a disposición de los socios. Asimismo, estaba prevista la construcción de un hotel de cinco estrellas, con servicios terapéuticos y spá, que podría albergar todo tipo de eventos, seminarios y congresos. La oferta de ocio se completaría con una amplia gama de prestaciones turísticas, actividades cinegéticas, una escuela de hípica, o circuitos de quad. Otras unidades de negocio incluirían apartahoteles especialmente indicados para unas vacaciones familiares.

En la actualidad, todo pende del destino. El previsible cambio de modelo económico tras la peor crisis de la historia, la parálisis del sector de la construcción, la intervención de CCM por parte del Banco de España, la contracción de los mecanismos crediticios, y las dudas sobre el futuro del vecino aeropuerto son los principales enemigos de esta peculiar Marina d’Or calatrava.

Sólo el tiempo dirá si realmente nos hallamos ante un síntoma del progreso o, por el contrario, ante la tragicómica caricatura de una ambición.

5 comentarios:

Ángel dijo...

¡Qué miedo! En todas las provincias se reproduce este fenómeno. Hace poco estuve en Álguilas (Murcia) y allí querían hacer otro Marina d'Or en un paraje protegido por la diversidad de la fauna.

Anónimo dijo...

A cuento de que le colocas una etiqueta del Aeropuerto a esta noticia? que pasa, que sin el aeropuerto de por medio no os visita ni cristo?

Eso se define de esta manera: Carroñeros.

Anónimo dijo...

Carroñeros los especuladores y oportunistas qué con el dinero concedido por cuatro cafres caciques de ccm se ríen de los españoles qué humildemente intentan encontrar un trabajo digno. Lo qué hay, qué se vea

Anónimo dijo...

Este señor lo que tiene que hacer es pagar a los trabajadores del campo de golf.Les deve 2 meses y 4 extras.

Unknown dijo...

Y bueno, muchas veces se construyen casas y barrios de lujo en lugares en los que uno no está de acuerdo por alguna razón. Son cosas que seguirán pasando y están en todos los países. Mi forma de luchar contra eso por ejemplo es cuando viajo de turista a algún lugar, asegurarme que el complejo de hospedaje que elijo sea en una zona no conflictiva, que no haya tenido ninguna denuncia por parte de los ciudadanos. Uno por no se del país a veces no sabe que quizás quedándose en un lugar está contribuyendo a un hotel que por alguna razón no debería estar ahí. Por ejemplo, hace poco tuve que alquilar un apartamento Buenos Aires y lo que hice fue llamar antes al gobierno de la ciudad a averiguar que ellos tuvieran todo en regla. Una vez que vi que era así, alquilé sin problemas y tranquila por dentro!