9.22.2008

Asimov: La Fundación y el horror cósmico

Si tuviera que elegir alguna de las situaciones más impactantes descritas en la literatura sci-fi, una de las predilectas sería, sin duda, la que da inicio a la célebre saga de las Fundaciones: la llegada de Gaal Dornick, un provinciano psicohistoriador, al monstruoso planeta Trántor, la capital del imperio galáctico. Esa sensación de insignificancia ante un universo de infinita grandeza y de abrumadoras amenazas no dejará de acompañar al lector a lo largo de su odisea por esta sobrecogedora galaxia literaria.
Las primeras tres novelas de la saga de las Fundaciones (Fundación, Fundación e Imperio, y Segunda Fundación), conocidas también como ciclo de Trántor, conforman, a mi juicio, uno de los más apasionantes logros literarios del género.
La obra de Isaac Asimov no ha dejado de fascinarme, no tanto por la construcción de ese universo de insondables peligros como por la coherencia científica de las quimeras expuestas (la Psicohistoria de Seldon ya ha sido analizada en alguno que otro congreso de sesudos científicos), y por las múltiples lecturas de su narrativa.
La obra, inspirada en los grandes acontecimientos que han cambiado la Historia de la humanidad, se centra más en las relaciones humanas que en la parafernalia fantástica (no aparece ni un sólo alienígena), con unos argumentos maquiavélicos, sorprendentes giros en la trama, y un elenco de personajes maravillosos, entre los que destaca el holograma fantasmagórico del socarrón Hari Seldon, o el misterioso mutante conocido como El Mulo, que hará su aparición en el segundo volumen.
A pesar de sus puntuales defectos de estilo, o de algunos detalles tecnológicos que puede que hayan envejecido mal tras la revolución informática de los años 90, la obra se sigue con el interés de una novela policíaca o de aventuras... Además, tiene el enorme mérito de haber inspirado (¿sólo inspirado?) a buena parte de las ideas trasladadas posteriormente por George Lucas al universo Stars Wars. ¿A alguien le suena un gigantesco planeta metálico, un imperio galáctico eminentemente totalitario, un emperador con poderes mentales, un gremio de comerciantes siderales, una religión filosófico-tecnológica, o luchas a muerte entre cruceros galácticos por la independencia de una remota república? Menudo déjà vu, oiga.

4 comentarios:

Baalcebub dijo...

Hace años que leí el Ciclo de Trantor y no es mucho lo que recuerdo de las novelas, a pesar de que en mi adolescencia fui acérrimo asimoviano, una de las cosas que más de impactó fue precisamente la ausencia de alienígenas, era la primera vez que leía historias ubicadas en otros mundos, donde no había alienígenas -aún no había leído Dune-. No estoy muy seguro, probablemente tú recordaras -si me permites hablarte de tú-, que alguna vez Asimov comentó que de principio no se dio cuenta de que estaba dejando fuera a los alienígenas, y después le gustó como iba quedando la idea -¿o sería que incluirlos habría complicado demasiado a la psicohistoria?-. Al final del Ciclo de las Fundaciones, sin embargo, sí se alude a la posibilidad de que fuera de nuestra galaxia existan otros seres inteligentes -lo alude el protagonista, y se plantea que llegó a esa conclusión a partir de los remanentes solarianos, que casi habían evolucionado hasta ser otra especie de seres humanos-. Más tarde uno de los Bs que escribieron sobre la Fundación, planteó que la justificación a la falta de vida inteligente en el espacio del imperio trantoriano era que los robots se habían lanzado antes que los humanos en una especie de cruzada a través de la galaxia extinguiendo toda posible amenaza a la humanidad... en lo personal no sé qué tan a gusto estoy con esa idea. Por otro lado, estoy recordando que hay al menos un relato ubicado dentro de la cronología de las fundaciones, escrito por Asimov, donde se describe a una especie alienígena que estaba, durante la historia, al borde de la extinción -y el planteamiento es interesante pues el motivo de esa extinción era que tras encontrarse con los humanos, esos alienígenas se habían "dado por vencidos" considerando que nada que pudieran hacer se igualaría a lo ya hecho por la humanidad-. Al final si mal no recuerdo son enviados lejos... pero de nuevo la memoria me falla y no alcanzo a recuperar el nombre de ese relato.

Santos G. Monroy dijo...

Hasta ahora yo había achacado la ausencia de alienígenas al fuerte carácter racionalista de Asimov, receloso de elucubraciones que pudieran acercarse peligrosamente al terreno de lo inverosímil.
En mi opinión, Asimov juega con el lector con unas reglas muy francas: el lector sabe dónde está el límite entre el terreno de juego literario y el inicio del planteamiento científico. Sabe que el argumento y los personajes no le conducirán al engaño, y que el autor no se aprovechará con trucos efectistas.
Pero, en efecto, nunca había pensado que introducir a los alienígenas hubiera complicado sobremanera su invención psicohistórica.
Ignoro el relato al que te refieres al final. Tengo entendido que en su novela "Los propios dioses" hace muchas referencias al tema "extraterrestre". En este sentido, un rápido vistazo a la enciclopedia apunta también al relato "Homo Sol" (que no he leído), donde entra en escena una especie de humanoides. ¡Muchas gracias por tus interesantes aportaciones, baalcebub!

Corto Maltes dijo...

Leí la primera de las nivelas de fundación hace mucho tiempo y ahora gracias a tu aporte tengo ganas de seguir con la saga que ya la tenia olvidada. Los libros de Asimos son una especie de vía por la que circulan no solo Lucas sino también otros muchos.
Buenísimo el aporte

Santos G. Monroy dijo...

Pues el segundo y tercer volúmen ("Fundación e Imperio" y "Segunda Fundación") son mucho mejores que el primero, con una trama más interesante y más giros argumentales. ¡Ánimo con ello corto maltes!