10.06.2008

Graham Greene: El Tercer Hombre

Graham Greene es el novelista de los atardeceres de posguerra, el cronista de dobles agentes e intrigas sórdidas en un mundo desmoronado. Sus novelas son la ventana a una Europa cuarteada como un tablero de ajedrez en el que las fichas humanas se mueven en casillas de nieve, ceniza y escombro. Y "El tercer hombre" es la píldora que condensa ese paisaje de calma tensa por el que cabalgan aún los Jinetes del Apocalipsis de una contienda desmesurada.
Tradicionalmente se ha valorado más a "El tercer hombre" como guión por encargo para la magnífica película homónima que como obra literaria propiamente dicha. Incluso Greene dio a entender en alguna ocasión que muchas de sus obras podrían compararse con aquellas novelitas del Oeste que se intercambiaban en los estancos de viejo, firmadas por oscuros autores que mutaban su seudónimo en cada título.
Sí, "El tercer hombre" nació como guión por encargo y apenas ocupa unas decenas de páginas, pero qué guión, qué atmósfera, qué diálogos y qué intensidad hay en ellas.
Los misteriosos sucesos que rodean a la muerte Harry Lime se desarrollan en una Viena muy diferente de la que conocemos hoy. La vieja capital del imperio austro-húngaro, ajada por un invierno postbélico que obliga a abrir el suelo con perforadores neumáticos para enterrar a los muertos. Una metrópolis desdentada, de ciclópeas estatuas adornadas con lágrimas de lluvia, de una grandeza carcomida por las bombas y la metralla. Despedazada por aliados desconfiados. De callejones solitarios que no son extraños a asesinatos, secuestros y robos. Una ciudad de estraperlo y contrabando, de fantasmagóricas norias y lúgubres pasadizos que horadan las entrañas de la tierra.
Los personajes buscan su razón de ser en este onírico universo, rodeando a un aturdido protagonista, Rollo Martins, que se debate entre su complejo de inferioridad como escritor, sus ideales de amistad y su afición a la bebida y a las mujeres.
La obra rezuma el desengaño de la traición. Es el canto del cisne de la amistad juvenil, un grito de soledad en momentos difíciles, una denuncia de la rapacidad y del egoísmo. Pobre Martins. Pobres de todos nosotros.

2 comentarios:

Corto Maltes dijo...

Si no me equivoco en algún momento vi la película protagonizada por Joseph Cotten y Orson Welles y si bien fue hace mucho tiempo aun la tengo en el recuerdo como una de esas películas que te impactan.
La novela no tuve la oportunidad de leerla pero si es como dices no tengo dudas que debe ser así. Es una historia sólida y bien estructurada como se hacían antes.

Santos G. Monroy dijo...

El propio Greene manifestó en su momento que la película mejoraba a la novela. Yo también la vi hace unos años y aún recuerdo la desasosegante impresión que me causó. Sin duda, guión y película se complementan a la perfección. ¡Saludos!