Porcupine Tree es esa banda de insurgentes malditos que quizá fuera mejor no conocer: músicos de catacumbas prohibidas, autómatas underground, sirenas agonizantes en mares electromagnéticos. Violinistas olvidados por el público y la crítica del gran Titanic en que se ha convertido la industria musical.
Porcupine Tree es una araña de hipnótica belleza que teje su red violeta en las simas de la conciencia. Y allí compone la banda sonora de la película de fantasmas que todos filmamos con nuestros sueños.
Porque los fantasmas existen. Viven en nosotros, se incrustan como fósiles en los estratos de la memoria. Están en el recuerdo de una traición, en el remordimiento de una ingratitud, en la evocación de un despido definitivo. Hay espectros en el dolor de nuestras insatisfacciones, y en la amargura de cada desengaño. Y con este material temático, el líder de Porcupine Tree, Steven Wilson, ha firmado The Incident, una obra de arte consagrada al vértigo vital y a la remembranza de los momentos traumáticos que cambian nuestras vidas.
The Incident, como concepto musical, es un agujero negro en las tinieblas del rock que absorbe toda la luz que le rodea. Y Wilson sigue siendo el gafapasta más listo de la clase, un inventor chiflado de resonancias que se transmutan en pinceladas de sentimientos antagónicos.
El tiempo dirá si The Incident ocupará en el panorama del rock actual el lugar que en su momento conquistaron discos míticos y de concepciones análogas, como The Wall o Thick as a brick. Pero no cabe duda de que esta larga canción de 55 intensos minutos revisa y actualiza gloriosamente, desde un prisma contemporáneo, el legado de héroes del progresivo como Pink Floyd, Jethro Tull o King Crimson.
Cuesta manejarse, por tanto, en este vendaval de ideas que mantean al oyente desde el cielo al infierno, aunque el esfuerzo se ve recompensado con creces. La escucha se convierte en una experiencia única, y más en tiempos que han perdido la magia de la música: sonidos que evocan pesadillas tecnológicas, la violencia de amores insatisfechos, la melancolía de la niñez perdida. Metal, trash, industrial, pop, noise y electrónica se alían en un trabajo impecable técnicamente, repleto de arcanos misterios, de códigos cifrados y delicados arpegios que desprenden una violencia de ultratumba y un lirismo crepuscular.
Hay quien recrimina a Wilson que The Incident apenas aporta algo nuevo al sonido de Porcupine Tree. Olvidan que, precisamente, el descubrimiento de estas sonoridades ha sido uno de los grandes acontecimientos musicales de este siglo. Y que, conociendo a Wilson, esa veta está aún muy lejos de agotarse.
LUCRECIA BORGIA EN ELDA
Hace 5 semanas
1 comentario:
Vengo y aprendo. Tengo muy descuidada la musica. Besos, querido amigo.
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