El edificio del Centro de Metrología de Puertollano (Ciudad Real) permanece en un embarazoso limbo desde hace siete años, incómodo en su propio diseño, como un actor que saliera al escenario con el disfraz equivocado. A pesar de que fue ideado, construido y presentado por el Ayuntamiento como una escuela universitaria de Mantenimiento Industrial, la Universidad asegura aún que no tiene conocimiento alguno del proyecto. Y lo que se presentaba en 2002 como uno de los puntales científicos y educativos de la ciudad es hoy una enorme campana de ladrillo y cristal que sólo alberga... aire.
El proyecto, adscrito desde sus inicios a la Red Virtus, se ha convertido en un quebradero de cabeza para el Ayuntamiento, en una eterna tarea pendiente que rebota de una concejalía a otra y cuyo futuro es, sencillamente, impredecible.
Y es que ni los propios responsables municipales parecen saber qué utilidad tendrá la gigantesca criatura de hormigón que ellos mismos crearon: un coloso que costó 4.100.000 euros provenientes de los fondos Miner, aunque el coste total previsto de las obras, incluida la tercera fase que está pendiente de ejecución, asciende a seis millones de euros, unos 1.000 millones de pesetas.
Desde el Consistorio se insiste en que el inmueble es un activo para los puertollaneros, y en que tarde o temprano será una entidad de referencia que ofrecerá nuevos y mejores servicios a la ciudadanía. La mala noticia es que todavía no se sabe cuáles.
Mientras tanto, muchos se preguntan si no habría sido preferible dedicar a otros fines más urgentes el dinero del Plan Miner procedente del Instituto para la Reestructuración de la Minería del Carbón y Desarrollo Alternativo de las Comarcas Mineras. Hay que recordar que durante los últimos años las subvenciones del Plan Miner han llovido sobre Puertollano como maná en el desierto: sin ir más lejos, en el periodo 2006-2007 el Ayuntamiento gestionó, generalmente con buen criterio, quince millones de euros por ese concepto, a los que hay que sumar los 3,42 millones aprobados para el año 2008.
Una fiebre de optimismo
Los orígenes del Centro de Investigación de Metrología Industrial se remontan a 2002, en los felices años de la bonanza inmobiliaria, y en plena fiebre de optimismo ante los rimbombantes proyectos llamados a revolucionar el panorama económico de la provincia.
Precisamente, las obras de este centro fueron adjudicadas a la constructora Urbaja, perteneciente a un grupo empresarial propiedad del omnipresente Ignacio Barco, uno de los héroes del ladrillo en tiempos de la burbuja de cemento. Él y su hermano Antonio, amigos personales del presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, fueron también algunos de los promotores del polémico Aeropuerto de Ciudad Real, y socios en el comatoso proyecto del Reino de Don Quijote, entre otras muchas iniciativas empresariales.
En aquel contexto, la ciudad iniciaba su fuerte apuesta por las energías renovables mediante la construcción del espectacular polígono industrial La Nava, con empresas abanderadas como Silicio Solar o Solaria, que también atraviesan ahora, sobre todo ésta última, por momentos de dificultades.
El Centro de Metrología era concebido entonces, y vendido electoralmente, como un pilar que apuntalara las aspiraciones científicas y educativas de la Fundación Virtus. Esta institución, controlada por el Ayuntamiento, es la encargada de gestionar la red de Centros de Excelencia y Formación Aeronáutica de la localidad.
Según explicó en su momento el alcalde, Joaquín Hermoso Murillo, el inmueble sería inicialmente destinado a albergar un centro de investigación de Metrología, la rama de la ciencia dedicada al estudio de todos los sistemas de medida conocidos. Muy pronto los responsables municipales anunciaron un nuevo uso que vendría a paliar, en parte, la carencia de estudios universitarios de carácter técnico en la población: servir como sede de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) para la creación de una titulación de Mantenimiento Industrial. Se aseguraba incluso que el edificio fue diseñado “a la carta”, según indicaciones de la Escuela de Ingenieros Industriales de Ciudad Real.
Sin planes de estudio
La realidad es que la Universidad nunca tuvo conocimiento "oficial" de ese proyecto. Diversas fuentes de esa institución aseguran que la UCLM desconoce las intenciones del Ayuntamiento, al menos oficialmente, y que no existen trabajos de redacción de ningún plan de estudios. A pesar de ello, cuando las obras se concluyeron, en noviembre de 2005, el Ayuntamiento anunciaba triunfalmente que las clases darían comienzo durante el curso 2006/2007.
Las promesas de una pronta puesta en marcha fueron sucediéndose a lo largo de los dos años siguientes, pero nunca se ofreció una explicación sobre el estado real de las gestiones, tal y como recuerda el portavoz del grupo municipal de Izquierda Unida, Florentino López Montero. En los mismos términos se expresa la portavoz del Partido Popular, María José Ciudad, que ha aprovechado para denunciar la falta de transparencia informativa del consistorio puertollanero. “Nuestros requerimientos sólo han obtenido palabras vagas y respuestas inconcretas”.
Lo cierto es que la identidad del proyecto comenzó a difuminarse al mismo tiempo que tomaban consistencia los rumores sobre irregularidades en la gestión de la Fundación Virtus. En la actualidad, esta entidad está sumida en una grave crisis, con deudas acumuladas por valor de hasta 3,5 millones de euros. De hecho, su situación ha llegado a tal extremo que el Ayuntamiento se ha visto obligado a ceder a la Fundación, en concepto de aportación, una serie de parcelas de titularidad municipal como respaldo financiero ante los préstamos solicitados para atender a los acreedores.
Fastos para la nada
El Centro de Metrología, situado en la carretera que une a Puertollano con Almodóvar del Campo, sigue presentando un aspecto de flamante desolación y señorial abandono: un edificio completamente nuevo aunque sin apenas mobiliario, prácticamente finalizado a excepción de una tercera fase que duerme el sueño de los justos.
Sus 4.000 metros cuadrados tienen capacidad para acoger numerosos laboratorios de diseño específico (motores, equipamiento eléctrico, ensayos, fotografía, radiología...). Hay estancias aisladas especialmente, con doble techo y suelos térmicos, e incluso un búnker recubierto de paredes de hormigón al que sólo se accede a través de un pasillo en forma de Z. Por su parte, el ala destinada a la titulación de Mantenimiento Industrial goza de numerosas aulas, despachos, zona administrativa, biblioteca, salas de estudios, reprografía o aulas de informática.
Pero todas estas dependencias tendrán que esperar aún en su virginal soledad. El propio alcalde de Puertollano señalaba hace unas semanas que la Fundación Virtus no tiene una finalidad para el Centro de Metrología, sin especificar el porqué.
Con un panorama marcado por el recorte de ingresos municipales, por la inexistencia de vínculos oficiales con la Universidad, y por la precaria situación de Virtus, el futuro del Centro de Metrología quizá dependa, finalmente, del soplo inversor de una nueva convocatoria de Fondos Miner. Aunque, como todo lo que rodea a este asunto, este extremo quizá deba considerarse como mera hipótesis.
El proyecto, adscrito desde sus inicios a la Red Virtus, se ha convertido en un quebradero de cabeza para el Ayuntamiento, en una eterna tarea pendiente que rebota de una concejalía a otra y cuyo futuro es, sencillamente, impredecible.
Y es que ni los propios responsables municipales parecen saber qué utilidad tendrá la gigantesca criatura de hormigón que ellos mismos crearon: un coloso que costó 4.100.000 euros provenientes de los fondos Miner, aunque el coste total previsto de las obras, incluida la tercera fase que está pendiente de ejecución, asciende a seis millones de euros, unos 1.000 millones de pesetas.
Desde el Consistorio se insiste en que el inmueble es un activo para los puertollaneros, y en que tarde o temprano será una entidad de referencia que ofrecerá nuevos y mejores servicios a la ciudadanía. La mala noticia es que todavía no se sabe cuáles.
Mientras tanto, muchos se preguntan si no habría sido preferible dedicar a otros fines más urgentes el dinero del Plan Miner procedente del Instituto para la Reestructuración de la Minería del Carbón y Desarrollo Alternativo de las Comarcas Mineras. Hay que recordar que durante los últimos años las subvenciones del Plan Miner han llovido sobre Puertollano como maná en el desierto: sin ir más lejos, en el periodo 2006-2007 el Ayuntamiento gestionó, generalmente con buen criterio, quince millones de euros por ese concepto, a los que hay que sumar los 3,42 millones aprobados para el año 2008.
Una fiebre de optimismo
Los orígenes del Centro de Investigación de Metrología Industrial se remontan a 2002, en los felices años de la bonanza inmobiliaria, y en plena fiebre de optimismo ante los rimbombantes proyectos llamados a revolucionar el panorama económico de la provincia.
Precisamente, las obras de este centro fueron adjudicadas a la constructora Urbaja, perteneciente a un grupo empresarial propiedad del omnipresente Ignacio Barco, uno de los héroes del ladrillo en tiempos de la burbuja de cemento. Él y su hermano Antonio, amigos personales del presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, fueron también algunos de los promotores del polémico Aeropuerto de Ciudad Real, y socios en el comatoso proyecto del Reino de Don Quijote, entre otras muchas iniciativas empresariales.
En aquel contexto, la ciudad iniciaba su fuerte apuesta por las energías renovables mediante la construcción del espectacular polígono industrial La Nava, con empresas abanderadas como Silicio Solar o Solaria, que también atraviesan ahora, sobre todo ésta última, por momentos de dificultades.
El Centro de Metrología era concebido entonces, y vendido electoralmente, como un pilar que apuntalara las aspiraciones científicas y educativas de la Fundación Virtus. Esta institución, controlada por el Ayuntamiento, es la encargada de gestionar la red de Centros de Excelencia y Formación Aeronáutica de la localidad.
Según explicó en su momento el alcalde, Joaquín Hermoso Murillo, el inmueble sería inicialmente destinado a albergar un centro de investigación de Metrología, la rama de la ciencia dedicada al estudio de todos los sistemas de medida conocidos. Muy pronto los responsables municipales anunciaron un nuevo uso que vendría a paliar, en parte, la carencia de estudios universitarios de carácter técnico en la población: servir como sede de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) para la creación de una titulación de Mantenimiento Industrial. Se aseguraba incluso que el edificio fue diseñado “a la carta”, según indicaciones de la Escuela de Ingenieros Industriales de Ciudad Real.
Sin planes de estudio
La realidad es que la Universidad nunca tuvo conocimiento "oficial" de ese proyecto. Diversas fuentes de esa institución aseguran que la UCLM desconoce las intenciones del Ayuntamiento, al menos oficialmente, y que no existen trabajos de redacción de ningún plan de estudios. A pesar de ello, cuando las obras se concluyeron, en noviembre de 2005, el Ayuntamiento anunciaba triunfalmente que las clases darían comienzo durante el curso 2006/2007.
Las promesas de una pronta puesta en marcha fueron sucediéndose a lo largo de los dos años siguientes, pero nunca se ofreció una explicación sobre el estado real de las gestiones, tal y como recuerda el portavoz del grupo municipal de Izquierda Unida, Florentino López Montero. En los mismos términos se expresa la portavoz del Partido Popular, María José Ciudad, que ha aprovechado para denunciar la falta de transparencia informativa del consistorio puertollanero. “Nuestros requerimientos sólo han obtenido palabras vagas y respuestas inconcretas”.
Lo cierto es que la identidad del proyecto comenzó a difuminarse al mismo tiempo que tomaban consistencia los rumores sobre irregularidades en la gestión de la Fundación Virtus. En la actualidad, esta entidad está sumida en una grave crisis, con deudas acumuladas por valor de hasta 3,5 millones de euros. De hecho, su situación ha llegado a tal extremo que el Ayuntamiento se ha visto obligado a ceder a la Fundación, en concepto de aportación, una serie de parcelas de titularidad municipal como respaldo financiero ante los préstamos solicitados para atender a los acreedores.
Fastos para la nada
El Centro de Metrología, situado en la carretera que une a Puertollano con Almodóvar del Campo, sigue presentando un aspecto de flamante desolación y señorial abandono: un edificio completamente nuevo aunque sin apenas mobiliario, prácticamente finalizado a excepción de una tercera fase que duerme el sueño de los justos.
Sus 4.000 metros cuadrados tienen capacidad para acoger numerosos laboratorios de diseño específico (motores, equipamiento eléctrico, ensayos, fotografía, radiología...). Hay estancias aisladas especialmente, con doble techo y suelos térmicos, e incluso un búnker recubierto de paredes de hormigón al que sólo se accede a través de un pasillo en forma de Z. Por su parte, el ala destinada a la titulación de Mantenimiento Industrial goza de numerosas aulas, despachos, zona administrativa, biblioteca, salas de estudios, reprografía o aulas de informática.
Pero todas estas dependencias tendrán que esperar aún en su virginal soledad. El propio alcalde de Puertollano señalaba hace unas semanas que la Fundación Virtus no tiene una finalidad para el Centro de Metrología, sin especificar el porqué.
Con un panorama marcado por el recorte de ingresos municipales, por la inexistencia de vínculos oficiales con la Universidad, y por la precaria situación de Virtus, el futuro del Centro de Metrología quizá dependa, finalmente, del soplo inversor de una nueva convocatoria de Fondos Miner. Aunque, como todo lo que rodea a este asunto, este extremo quizá deba considerarse como mera hipótesis.
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