Esa increíble criatura sónica llamada Porcupine Tree sigue completando una de las discografías más sólidas de la historia del rock. Confieso que este grupo inglés es una de mis muchas debilidades, y que espero con ansiedad cualquier migaja que tiene a bien ir soltando en su ya dilatada trayectoria.
El maestro Steve Wilson sigue demostrando que es uno de los compositores más lúcidos y geniales del panorama alternativo y experimental. El último trabajo de la banda que capitanea, Fear of a Blank Planet, parece seguir fiel a la alucinante estela psicodélica y ambient que ha marcado su progresión desde los primeros 90. Pero en esta ocasión Wilson ha conseguido acoplar perfectamente los elementos espaciales en la estructura de las composiciones, en un maravilloso cd conceptual sobre los efectos de las nuevas tecnologías en las nuevas generaciones. Sólo hay que escuchar atentamente el disco para darse cuenta de que los colchones de teclados y ese toque chill de los primeros Porcupine siguen estando ahí, y más bellos que nunca. Genial el trabajo del teclista Richard Barbieri en Way out of here, en Sleep together, Sentimental o en el final de Fear of a Blank Planet y en numerosos fragmentos de Anesthetize...
El disco es toda una enciclopedia de los sonidos Porcupine. Suena a nuevo y refrescante, aun conservando la marca de la banda. Y aunque en FOABP no hay melodías tan memorables como en los discos más accesibles de la banda (Lightbulb Sun, Stupid Dreams o en el propio In Absentia), el resultado ha sido abrumadoramente uniforme: una placa en la que apenas hay altibajos, que mantiene siempre la tensión y que está pensada para deparar muchas escuchas sin fatigar.
De este FOABP me gusta todo: me gusta el tono violáceo de la música, me gusta su oscuridad, su temática, sus estribillos, su producción (Wilson ha dejado para otros la guerra del volumen en los estudios de grabación), su nostalgia de la infancia, su sonido nebuloso y otoñal, sus pinceladas de trash y de industrial, los nuevos sonidos electrónicos, la delicadeza y violencia de los violines, la crudeza en las guitarras, la estructura y el orden de las canciones... Y me gusta que los miembros de la banda hayan alcanzado una espléndida madurez como músicos. Wilson sigue componiendo música de otro planeta, su voz se muestra mejor que nunca, libre de artificios, desnuda, en ocasiones desgarradora. El trabajo en la batería de Harrison es simplemente uno de los más delicados y demoledores que he escuchado en los últimos años. Y de Edwin, pues ahí está, más presente que nunca, con un bajo que se agarra al cerebro como una lapa a lo largo de casi todo el disco. Pues eso, pajaretes, ¿se nota que FOABP me ha dejado hecho un trapo?
LUCRECIA BORGIA EN ELDA
Hace 5 semanas
2 comentarios:
Buena banda amigo! ¡Lástima que no tengan pensado venir por España!
Qué pasa Santitoos? Mola tu blog, enhorabuena y no lo dejes. Muacs!
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