10.17.2008

Umberto Eco: El Péndulo de Foucault

Sí, sí, ya lo sé. A muchos se les atranganta esta novela de Umberto Eco. Pero, ¡teneos ahí, insensatos!: ahí está su gracia, en conseguir romper sus sellos ocultos, en superar los bretes que nos plantea este jugoso plantel de enigmas.
Yo, al menos, quedé atrapado por la barroca belleza de este misterioso libro que exige al lector una inusual implicación con la trama, como si él también formara parte del peligroso juego que inician los protagonistas.
"El Péndulo de Foucault" (1988) es para las noveluchas de esoterismo y de conjuras truño-templarias lo que el Quijote fue en el siglo XVII para los libros de caballerías: un bromazo fabuloso, una inteligentísima sátira que resulta, a la postre, mucho más interesante y divertida que los rocambolescos sugéneros literarios que pone en la picota.
Es una de esas obras que al final te plantea alguna turbadora pregunta. En mi caso: ¿cómo fui tan mendrugo de gastarme el dinero con "El Código Da Vinci"?
El libro se antoja como una auténtica enciclopedia del Ocultismo, pero pasada por la turmix de la ironía: los templarios adquieren estética de cómic, hay iluminados paranóicos, aventureros y farsantes de la mística, magos que parecen sacados de las novelas de Pratchett... Y está el Santo Grial, y el Conde de Saint Germain, y el budú, la Cábala, Nostradamus, los druidas, la masonería, la alquimia, la nigromancia, John Dee, el satanismo, la magia, la numerología de las pirámides, los rosacruces, el espiritismo, las leyendas sobre Shakespeare y Cervantes... Hay, incluso, arcanas interpretaciones del chasis de los automóviles.
"El Péndulo de Foucault" narra la historia de tres perdedores, Belbo, Diotavelli y Casaubon, tristes empleados en una oscura editorial milanesa que se nos presentan primero como detectives bibliófilos, auténticos Sam Spade de biblioteca, para convertirse después en artífices de un curioso plan para dominar el Mundo.
Todo empieza como un juego: para escarnecer a los escritores que detestan, se plantean el reto de reconstruir buena parte de la Historia Universal, desde un punto de vista hermético, mediante la analogía. Exactamente tal y como lo haría cualquier novelista de best-sellers. El autor demuestra así que cualquier teoría cobra validez con este procedimiento, y que sería posible relacionar al pato Donald con una lista de la compra y hasta con María Magdalena y la Sangre de Cristo, si se terciara la cosa. El problema vendrá cuando el plan urdido por los tres amigos tenga unas sombrías consecuencias...
No hay que capitular ante el injusto sambenito de novela para eruditos que crítica y público le colgaron a "El Péndulo de Foucault". Tiene sus momentos difíciles pero ¿qué aventura no los tiene? Ésta incluye, además, unos personajes entrañables, diálogos sarcásticos, imaginativos juegos de palabras, historias paralelas interesantes y un final inesperado y hermoso. ¡No desfallezcáis por el abrumador collage de información! Llegado el caso, siempre se puede echar mano de la wikipedia para contextualizar datos y fechas.
"El Péndulo de Foucault" es escarmiento para crédulos, pero también una excelente parábola de nuestras miserias, estulticias y fanatismos.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Todavía no pude leer este libro pero es una de mis deudas pendientes que no demorare en cancelar. El nombre de la rosa sigue siendo, a pesar de los años que hace que la leí, mi novela preferida y ocupa el primer lugar de las novelas que me marcaron, que me iniciaron a buscar algo más que una simple historia.

Santos G. Monroy dijo...

Totalmente de acuerdo. Además, ambas novelas conforman un curioso dúo de contrarios. Si "El nombre de la rosa" juega con la deducción como arma para llegar a una conclusión general a partir de premisas particulares, "El Pendulo" lo hace justo al contrario, utilizando la analogía para introducir principios particulares en una premisa general. ¡Saludos!

Isabel Barceló Chico dijo...

Pues lo siento, porque a mí se me atragantó y no fui capaz de leerlo entero. No sé, igual algún día intento de nuevo su lectura. Saludos cordiales.

Santos G. Monroy dijo...

No es lectura fácil, Isabel. Además, es un libro que plantea las más serias dificultades al principio. Como en todo, ¡quizá no cogiste el libro en el momento adecuado! ¡Saludos!

Anónimo dijo...

Eres un crack. Ésta y Rayuela son mis grandes fracasos como lectora!

Santos G. Monroy dijo...

Jeje, Stefani, "Rayuela" sí que me pareció una "rayada". Aún no entiendo el cacao y conmoción que despertó en su momento. Sin embargo, los cuentos de Cortázar sí que merecen la pena. ¡Saludos!

calamardo dijo...

a mi me gusto mucho la novela. no pude, al principio al menos, dejar de compararla con el nombre de la rosa -creo que le paso a todos y no es descartable que el guacho del autor tuviera esto en cuenta-, aunque despues me deje llevar y me meti en los laberintos mentales de sus personajes y sus tortuosas situaciones, como aquella en que se queda durmiendo en el museo de artes y oficios, creo que asi se llamaba. una lectura dificil, aunque disfrutable en cuanto a la calidad de sus construcciones. con eco me pasa algo que me pasa con pocos. a veces la historia no es tan genial, pero las construcciones son tan deliciosas que vale la pena enfrentarse a sus mamotretos sabiend que te vas a encontrar no solo ocn una buena escritura, tambien aprenderas mucha historia y te meteras en tiempos pasados y viviras en ellos por un rato. tambien me pasa con borges, me paso con tomas de quincey y ahora con saramago.
felicitaciones.
calamardo.

Anónimo dijo...

Lo curioso es que todo de lo que habla es tan real como las "ficciones" de Borges. Kubrik postumamente nos revela el porqué: "Eyes wide shut" (Ojos bien cerrados)