11.05.2009

El Martinete de Los Pozuelos: un inquietante y olvidado misterio arqueológico

Las inquietantes ruinas del Martinete (Los Pozuelos de Calatrava, Ciudad Real) surgen entre la bruma como el escenario de una novela gótica. Están atrapadas en la atmósfera de una leyenda de Bécquer, en un vértigo de pesadilla romántica que desconcierta al visitante despistado con sus ciclópeas proporciones.

El conjunto arquitectónico, asfixiado por la maleza, incita a pensar en historias de fantasmas, o en vetustas mansiones horadadas por pasadizos secretos. Ventanas, muros y contrafuertes son abrazados mortalmente por ramas y troncos que desafían a los poderosos músculos de piedra; y la vegetación cubre los vestigios de una sorprendente tecnología hidráulica.

Pero no nos hallamos ante una mansión encantada, ni en unas termas romanas, ni frente a una fortaleza de las Cruzadas. Esta portentosa y fascinante obra de cantería es una fundición del siglo XIX, única en España por su ubicación, tamaño, y extraña factura de construcción... Lo que no ha impedido que haya caído en el más absoluto olvido, y que alguno de sus elementos corra un inminente peligro de derrumbe a pesar de su inclusión en las cartas arqueológicas.


Y es que el Martinete, situado en un paraje de gran belleza y valores medioambientales, es otro más de los ejemplos de abandono del patrimonio cultural castellano-manchego. Olvidado por las instituciones, y desconocido por la mayoría de los ciudadrealeños, este enclave está suplicando una mínima rehabilitación, algo de lo que apenas quedan esperanzas, si nos atenemos a la lentitud y ambigüedad con las que el Gobierno regional contempla la posibilidad de declararlo como Bien de Interés Cultural (BIC).

De hecho, hay expertos que aún se preguntan cómo es posible que un tesoro artístico de semejante orden, único en España, haya permanecido durante décadas en tal estado de abandono. Y aunque la Delegación de Cultura dispone desde hace años de una carta arqueológica de la finca en la que se ponen de manifiesto sus valores patrimoniales, aún no se ha iniciado el procedimiento para conseguir la declaración del Martinete como BIC.

Oscuros orígenes
Nadie se explica cómo fue posible que a mediados del siglo XIX un ingeniero bilbaíno se atreviera a construir una fundición en un perdido rincón del Campo de Calatrava, en un lugar incomunicado que apenas existía en los mapas de la España de Isabel II. Lo cierto es que el proyecto, un curioso coletazo de la revolución industrial que en esos años tenía lugar en el norte de España, se materializó casi por arte de magia en una fábrica de bella factura, y en uno de los edificios más interesantes del patrimonio minero-industrial español.


El Martinete se ha merecido un mejor destino. Tras sustentar a decenas de familias durante más de medio siglo, la factoría fue cesando en su actividad hasta los años 20, cuando se convirtió en central hidroeléctrica. Diversas fuentes sitúan su abandono definitivo en torno a la década de los cincuenta. Desde entonces, sus vetustas piedras han permanecido rendidas al expolio, aunque aún impone la solemne grandeza de las ruinas, hundidas en el seno de un frondoso valle y vestidas con la exuberante vegetación de la ribera del Guadiana.

El Martinete presenta dos fases constructivas. La primera, de mediados del XIX, corresponde a las instalaciones de la fábrica y las viviendas de los trabajadores. El complejo incluye dependencias administrativas y de servicios, despensas, comedores, cocinas y otras estancias con fines logísticos.


Pero el perímetro ocupado por la fábrica es, sin duda, el más espectacular: aquí aún se conserva el inmenso horno, enmarcado bajo colosales arcos, en el que puede verse una placa de hierro donde aparece grabado el año 1865.

El impresionante fogón corre serio peligro de derrumbe, y debería ser restaurado urgentemente. Tiene el aspecto de un ídolo pagano que ocupara el centro de lo que debió ser una descomunal estancia construida en piedra, pero que todavía conserva los aires de un santuario. Desde este lugar parten dos grandes naves. Una de ellas, quizá destinada a talleres o a albergar los grandes martillos hidráulicos con los que se golpeaban las planchas de hierro, regala una preciosa perspectiva de sucesivos arcos que recuerdan a los de una pequeña sinagoga.

La segunda fase corresponde a la central hidráulica, donde pervive buena parte de su maquinaria original.


El enigma del Guadiana
Son numerosas las incógnitas en torno al Martinete. ¿Por qué se construyó en ese lugar? La única circunstancia que podría explicarlo, en parte, es la confluencia de las aguas del Guadiana y su afluente Jabalón, que movían los martillos con que se daba forma a las planchas y bloques de hierro fundido. Aún así, se trataba de un lugar incomunicado, y alejado de las cuencas carboníferas y de los centros de consumo.

La piedra de la que se extraía el hierro procedía de una cantera situada en la finca El Altillo, y era transportada en carretas de bueyes hasta la fundición, donde era quemada con carbón de leña extraída de árboles de la propia zona. Tampoco se conocen a ciencia cierta los motivos de su desaparición, aunque seguramente fue consecuencia de la mala calidad del hierro de los yacimientos cercanos, y de las pésimas comunicaciones con los principales mercados.


La misma aura de misterio rodea el diseño y características arquitectónicas del Martinete: los sillares, el ladrillo, la mampostería, las exageradas proporciones de un diseño que debió consumir una fabulosa inversión y que parece tener como único fin la exhibición gratuita de poder... “Nada tiene relación con el estilo adoptado en aquella época en esta zona, ni siquiera hemos encontrado una construcción parecida en el resto de España”, dice el arqueólogo Manuel Molina, quien estima que es posible la rehabilitación del monumento (su estructura básica es muy sólida, con muros de más de un metro de grosor) y que son sobrados los motivos para la declaración del complejo constructivo como Bien de Interés Cultural.

Cómo llegar:
Para llegar al Martinete, situado a unos 30 kilómetros de Ciudad Real, hay que salir de la capital por la carretera N-430 y tomar la CR-P-4125 en dirección a Alcolea de Calatrava. Tras pasar por esta localidad, hay que seguir en dirección hacia Los Pozuelos de Calatrava. Antes de llegar a este pueblo, hay que estar atentos cuando se llegue al puente sobre el río Guadiana: el camino que conduce al Martinete comienza justo al final del puente, a la izquierda (a la derecha, y al inicio del puente, si se viaja en dirección contraria, desde Los Pozuelos).

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6 comentarios:

Wences dijo...

Enhorabuena por el reportaje, conozco muy bien la zona porque tengo amigos en Los Pozuelos, y en una ocasión me llevaron a ver el Martinete... Igual es una burrada lo que te digo, pero sería espectacular montar en Parador Nacional de Turismo en ese lugar, al menos sería una manera de recuperarlo... He leído tu artículo con sumo interés, porque desde que lo vi siempre he sentido curiosidad por sus orígenes... Veo que sigue siendo un misterio... En el pueblo dicen que en los últimos años ese horno del que hablas se usaba para hacer el pan que comían todos los vecinos del lugar.

En fin, enhorabuena, y si quieres más información puedo ponerte en contacto con un vecino de los Pozuelos, ya mayor, que podría darte muchos datos sobre El Martinete.

Santos G. Monroy dijo...

Genial Wences! Te respondo al correo privado. Saludos!!!

Anónimo dijo...

Sinceramente no creo que merezca la pena entrar a ver cuatro piedras caídas en ese detalle... muy sobrevalorado

Anónimo dijo...

Mu bonico sitio. Yo voy mucho con la bici y compañerete al que llevo compañerete que flipa como flipó mi aguela cuando vio a mi aguelo vestido de lagarterana en un bar de Horcajo dos montes (cosas de las apuestas, del alcohol y la mala suerte).

Isabel Barceló Chico dijo...

Interesantísimo, querido amigo. A veces nos resulta muy difícil comprender algunas decisiones, como ésta de colocar la fundición en este lugar apartado de las vías de comunicación más importantes. Espero que el gobierno regional rectifique y de pronto los pasos necesarios para protegerlo (BIC) y para recuperarlo. Un abrazo.

pozueleña dijo...

Soy una pozueleña que adora el martinete así como toda su historia, la cual es más interesante de lo que al principio se piensa. Tras escuchar testimonios de personas que vivieron su infancia en el martinete y de otras que incluso trabajaron alli, estoy fascinada con la vida y el recuerdo que estas personas guardan de este periodo.
Si alguien puede pasarme algún estudio más lo agradecería ya que estoy construyendo un humilde dosier para futuros proyecto